jueves, 7 de junio de 2012

Las incontrolables emociones de la Reina Mandrágora en Extremo Oriente



Meticulosidad si desplega su sentimentalismo, porque entablará vínculos con el arco iris en sitios y objetos donde la colectividad durmiente sólo ve un borceguí, un monolito o un día laborable (los funcionarios municipales se enamoran los días laborables, luego, tienden a morir los fines de semana) Y empezará a desentenderse de la lógica que guarda el reloj (la longitud de su tiempo será la pasión), y a presentir más la melancolía de los buzones, o la labor artesanal de los champiñones sobre las efigies.
Especial cuidado si germina su afectividad, porque empezará a descubrir telarañas en los músculos nervudos de los paladines, magnicidios en ciertos disimulos -y en ciertos cumplidos-, lesiones mortíferas en sucesos que, para la chusma, sólo son operaciones propias de lo ordinario. Guarde cuidado si desplega su sentimentalismo; quizás gimotee por el naufragio de las almas desconocidas, o por el desamparo de La Pampa (que se ha quedado sin sugestiones de Jesucristo). Repito: cuidado si desplega su sentimentalismo, porque quizás entienda la erupción y su menester de hacer llegar las piedras ocultas de la tierra hasta alguna fracción del cielo. Aquello engendrará que los remanentes de su niñez exijan sus muertos juguetes y su porvenir de espectro, reclame sus demás dimensiones...


Por Sabrina Gorosito

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