La excelencia es aquello que creímos alcanzar cuando nuestro auditorio presuntuoso gritó: -¡Fantástico, maravilloso!
De no ser por estas criaturas virales, una centena de auténticos sensibles, ahora difuntos, andarían sueltos y vivos; sin las graves heridas de sus hermanos.
De no ser por estas criaturas virales, una centena de auténticos sensibles, ahora difuntos, andarían sueltos y vivos; sin las graves heridas de sus hermanos.
¡Pobre mi sombra! Ríe a pesar de este peligro absoluto que se devora el contorno ya deshojado de nuestros corazones y almas.
Pobre la fiera: permanece erguida en su demencia. Hace tiempo que encotró el alivio en el derrame de sus muñecas, en la posdata de su daga ensangrentada.
Hartos van, la bestia y el olvido, irremisiblemente condenados al despojo apasionado.
Pobre la fiera: permanece erguida en su demencia. Hace tiempo que encotró el alivio en el derrame de sus muñecas, en la posdata de su daga ensangrentada.
Hartos van, la bestia y el olvido, irremisiblemente condenados al despojo apasionado.
—Yo hubiera podido corregir el asunto— me dije, aunque durante el ultraje no había tenido el valor de entregar al traidor a la justicia. Al darme cuenta de esto, se me ocurrió que yo nunca había anhelado deslizarme así, por una ladera oscura y sedienta. En otro momento hubiese dejado que el pánico quedara encolerizado en el umbral de mi mente mas con el orgullo enfermo, debo atreverme a correr tras èl...
SG.
SG.
No hay comentarios:
Publicar un comentario